domingo, 22 de marzo de 2009

Alo… ¿Quién me habla? ¡¿Dios?! ¿Seguro que se llama así?


Resulta que ayer me encontraba en una boda, donde el Espíritu Santo andaba desbordado, bueno más bien bordando corazones. Y el Señor comenzó a hablarme. Tuve unas ganas grandiosas de dar gracias, de bendecir, de ser parte de su amor.

Muchos nos preocupamos tanto, porque no podemos “Escuchar la voz de Dios” de vez en cuando o casi siempre. Porque creemos en un Dios silencioso, escondido, lejano. Que a veces no comprende nuestro idioma. Que no habla nuestro leguaje, un Dios que hace colocar carteles de “SE BUSCA” en los bares, discotecas, en las esquinas, e incluso en las iglesias. Letreros con diversas fotografías, ya que todos se lo imaginan diferente, extraño, confuso. Un Dios por el cual irían a la policía estatal (en este caso a la iglesia) a preguntar por ese que creen perdido. Señor Sacerdote, hace mucho que lo busco y no lo encuentro, ¿sabe dónde esta? y el padre sonríe amargamente, entendiéndola le dice, yo también lo ando buscando.

¿Qué será lo que nos nubla la vista? ¿Qué será lo que nos tapa los oídos? ¿Qué será lo que nos hace dudar?

Ayer Natalia me comentó, la forma en que Dios le habla. Y me pareció divertida, interesante, y bastante creativa. Me la creí, totalmente. A ella, le encantan los colibríes, y desde pequeña hablaba con Dios encaramada (en buen dominicano) a una mata de guayaba, y los pajaritos llegaban y cantaban para ella. Ya me imagino esa escena. Pero no queda allí, cada vez que sentía que el mal le guiñaba un ojo, el colibrí aparecía, como diciéndole “Estoy contigo” “Yo te doy fuerzas” y no solo nos la envía, sino que Él, todopoderoso, baja personalmente a entregárnosla.
Estoy feliz, porque Dios hace silencio cuando tiene que hacerlo, pero no es un silencio apagado, lejano, no, al contrario, Él en su silencio, ora por nosotros. Él cuando nos encontramos deprimidos, alejados de su gracia, confusos, Él ora con nosotros. No estamos solos, somos hijos de su gracia, de su ternura, de su amor inigualable. Dios nos conoce a todos.

Y a ti ¿Cómo te habla? Son instantes simples, sencillos, en los que te das cuenta que Él existe. Tal vez Dios te habla como a mi mamá, que le encanta dormir, y allí, en sueños, se comunica con ella, y le dice “Estoy aquí, dile a Brenda que no vaya a tal sitio”. Tal vez de habla por medio de su palabra, de libros, de música, o incluso hasta en su silencio puedes escucharlo, ¿loco no?

Lo que sí sé, es que Dios conoce más que nadie nuestro idioma. No es inglés, ni español, tampoco francés (gracias a Dios) así que no vayas corriendo a anotarte en estos cursos, aunque no está de más. Él conoce un idioma diferente, un idioma que solo tú y Él comparten. Es el idioma que hasta los sordos puede oír. No hay que limpiarse la vista para verlo, tampoco los oídos para escucharlo. Ya que Dios nos da la gracia de hablarnos a todos, sin reparos, aunque tal vez sean nuestra poca visión y oídos negados los que nos alejan de su voz. Pero te digo hoy a ti que Él, acepta todo el paquete de pecados, dudas, lejanía, remordimientos, es un Dios que nos conoce, nos sonríe, y vive en nuestros corazones. ¿Qué mejor forma de comunicación directa que vivir dentro de nosotros? ¿Qué mejor forma de amar que ensañarnos íntimamente? ¿Qué mejor forma de hablarnos que haciéndose uno en nuestras vidas?
"Yo soy la luz del mundo" – Jn 8:12

1 comentario:

casa da poesia dijo...

amo el color de jade
y el enervante perfume de las flores...-1'...salut!