jueves, 26 de marzo de 2009

Con- tacto...



Venceremos,

Somos invencibles en Cristo

Tu mirada y mi mirada

Tu sentir y mi sentir

Mis manos en las tuyas

Invencibles.


Te amaré

No hasta que el sol se apague

O la luna decida marcharse

Tampoco hasta que las flores

Decidan perder su aroma

No

Yo te amaré aun más

No dejaré mi amor

A cuestas de la luna o el sol

¿Quién sabe que pasará con ellos?

Te amaré con el amor de Dios

Con su sonrisa

Con sus detalles

Con sus palabras

Dios ¿me dejas tomarte prestado

para amar a José?

Hagamos una cita

En la heladería

Allí le diré como la vez primera

Que lo amo

¿Me ayudas?

Deposítate en mí y no salgas

Usaré tus palabras

Tus gestos

Tu sabor


De repente contigo

Me encuentro

Te miro

Me miras

Y todo queda allí

En el dulce silencio

del cielo

domingo, 22 de marzo de 2009

Alo… ¿Quién me habla? ¡¿Dios?! ¿Seguro que se llama así?


Resulta que ayer me encontraba en una boda, donde el Espíritu Santo andaba desbordado, bueno más bien bordando corazones. Y el Señor comenzó a hablarme. Tuve unas ganas grandiosas de dar gracias, de bendecir, de ser parte de su amor.

Muchos nos preocupamos tanto, porque no podemos “Escuchar la voz de Dios” de vez en cuando o casi siempre. Porque creemos en un Dios silencioso, escondido, lejano. Que a veces no comprende nuestro idioma. Que no habla nuestro leguaje, un Dios que hace colocar carteles de “SE BUSCA” en los bares, discotecas, en las esquinas, e incluso en las iglesias. Letreros con diversas fotografías, ya que todos se lo imaginan diferente, extraño, confuso. Un Dios por el cual irían a la policía estatal (en este caso a la iglesia) a preguntar por ese que creen perdido. Señor Sacerdote, hace mucho que lo busco y no lo encuentro, ¿sabe dónde esta? y el padre sonríe amargamente, entendiéndola le dice, yo también lo ando buscando.

¿Qué será lo que nos nubla la vista? ¿Qué será lo que nos tapa los oídos? ¿Qué será lo que nos hace dudar?

Ayer Natalia me comentó, la forma en que Dios le habla. Y me pareció divertida, interesante, y bastante creativa. Me la creí, totalmente. A ella, le encantan los colibríes, y desde pequeña hablaba con Dios encaramada (en buen dominicano) a una mata de guayaba, y los pajaritos llegaban y cantaban para ella. Ya me imagino esa escena. Pero no queda allí, cada vez que sentía que el mal le guiñaba un ojo, el colibrí aparecía, como diciéndole “Estoy contigo” “Yo te doy fuerzas” y no solo nos la envía, sino que Él, todopoderoso, baja personalmente a entregárnosla.
Estoy feliz, porque Dios hace silencio cuando tiene que hacerlo, pero no es un silencio apagado, lejano, no, al contrario, Él en su silencio, ora por nosotros. Él cuando nos encontramos deprimidos, alejados de su gracia, confusos, Él ora con nosotros. No estamos solos, somos hijos de su gracia, de su ternura, de su amor inigualable. Dios nos conoce a todos.

Y a ti ¿Cómo te habla? Son instantes simples, sencillos, en los que te das cuenta que Él existe. Tal vez Dios te habla como a mi mamá, que le encanta dormir, y allí, en sueños, se comunica con ella, y le dice “Estoy aquí, dile a Brenda que no vaya a tal sitio”. Tal vez de habla por medio de su palabra, de libros, de música, o incluso hasta en su silencio puedes escucharlo, ¿loco no?

Lo que sí sé, es que Dios conoce más que nadie nuestro idioma. No es inglés, ni español, tampoco francés (gracias a Dios) así que no vayas corriendo a anotarte en estos cursos, aunque no está de más. Él conoce un idioma diferente, un idioma que solo tú y Él comparten. Es el idioma que hasta los sordos puede oír. No hay que limpiarse la vista para verlo, tampoco los oídos para escucharlo. Ya que Dios nos da la gracia de hablarnos a todos, sin reparos, aunque tal vez sean nuestra poca visión y oídos negados los que nos alejan de su voz. Pero te digo hoy a ti que Él, acepta todo el paquete de pecados, dudas, lejanía, remordimientos, es un Dios que nos conoce, nos sonríe, y vive en nuestros corazones. ¿Qué mejor forma de comunicación directa que vivir dentro de nosotros? ¿Qué mejor forma de amar que ensañarnos íntimamente? ¿Qué mejor forma de hablarnos que haciéndose uno en nuestras vidas?
"Yo soy la luz del mundo" – Jn 8:12

lunes, 9 de marzo de 2009

SEr viCiO!


Ha sido un mes difícil. Son de los meses en los que uno se descubre cosas que parecía nunca tener, pero que siempre han estado allí, lo único que un poco oxidadas y fuera de servicio. Momentos en los que uno despierta, abre los ojos a realidades nunca vistas, piensa en las grandes comodidades que nos ofrece el mundo, y hasta comenzamos a volvernos filósofos.
Son esos días que juraríamos que son lluviosos, ya que nos ponen pensativos, como para tomar chocolate caliente y ver la lluvia caer como toda una típica escena de alguna película de Hollywood.
Momentos en los que tomamos un ¡break! Y chequeamos nuestras suelas de los zapatos, cuando alguien decide lazar un comentario mirándote de reojo del “Uhm como que huele extraño por aquí” y uno hace un stop y piensa por donde anda. Momentos en los que no basta dar, sino darnos.

El Servir a Cristo es algo para verdaderos héroes. Lo he ido descubriendo con el tiempo. Él nos brinda su amor, nos hace hijos suyos, pero en nuestro corazón despierta el querer servirlo.
Recuerdo que antes, era muy fácil servir a Dios, ya que no tenía absolutamente nada obligatorio que me atara a servirlo. Lo hacía por amor a él, y porque no me pesaba servirlo. Ahora que tengo como misión de llevar y guiar, y que he sido asignada para ese reto. Una pequeña parte de mi corazón tiende a sufrir de eterno cansancio, desgana, aburrimiento, y abandono a su llamado. Que bueno tener que caer en ese gancho y darnos cuenta a tiempo de que su gracia es la que falta, de que su fuerza es la que nos motiva y de que su servicio es sin interrupciones, sin límites, sin excusas, un servicio que es como la música, no se detiene hasta lograr su cometido, un servicio que se entrega, puro, y con todos los poderes. Que delicia es buscarnos y encontrarnos en Jesús.
¿Y quién dijo que servir sería fácil? ¿Quién dijo que íbamos a encontrar manos dispuesta a hacer el trabajo? ¿Quién dijo que íbamos a recibir alabanzas por nuestros actos? ¿Quién dijo?
El servicio es un reto de fe. A veces tenemos vicios como las drogas, el alcohol, o pongámoslo menos drástico, la televisión, el internet, una persona. Pero que irresistible es ser un viciado de Cristo, es creer que sí se puede, que sí existe una salida, que si existe alguien que ya es un viciao de amor por nosotros, Jesús. Que Dios, no solo nos contempla y nos ama, sino que baja, se hace hombre y viene a actuar como el mejor actor, a enseñar como el mejor pro-fe, a curar, vendar y limpiar como el mejor doctor, a pulir como el mejor tallista, y a decirnos que se puede cuando lo tomamos a él como centro de nuestras vidas.