miércoles, 30 de septiembre de 2009

¡Pisacolé a Jesús!


Recuerdo de pequeña, jugar a las escondidas. No me gustaba tanto, al contrario me daba miedo, el que algún niño inteligente, ágil y astuto me encontrara y entre mi escondite oscuro me dijera “Pisacolá Brenda”.

Hoy creo que ha muchos cristianos les ha gustado ese juego. Jugar a las escondidas y estar alertas de que no lo atrapen. Pero le hemos cambiado el sentido al juego, que era solo por pura diversión, y ahora lo  tomamos como modelo de vida.

Nos hemos dado a la tarea de escondernos detrás de Dios, pero en un mal sentido. Muchos hemos tenido un encuentro personal, nos ha gustado, apasionado, y esa efusión fue decayendo poco a poco, nos “acomodamos” a Dios, al servicio que hacemos buscando complacernos y no complacer.

Entonces ¿Qué pasa? ¿Será que estamos tan cómodos y tranquilos, recibiendo las alabanzas que pertenecen a Dios, que nos hemos olvidado de ser realmente auténticos? ¿Será que creemos que nuestra personalidad no es suficiente? Que dichoso sería el que se esconde en Dios, no para aparentar, sino más bien para mostrarlo aún más.

El escondite dañino, es  el que hace crecer nuestro ego y no aumentar nuestra humildad.  Aparentamos ser algo que no somos, incluso aparentamos ser “Dios” sin conocerlo bien. A veces nos escondemos en un Dios que no es el auténtico, el real, el Jesús que incrementa nuestra personalidad y nos hace únicos, perlas preciosas. Nos ocultamos en un Dios oscuro, vanidoso, que solo piensa en sí mismo. El verdadero Dios al contrario, quiere que vengamos a cobijarnos en Él, en su amor, su gracia, su perdón y consuelo.

Recuerdo que cuando comencé a conocer a Dios, no solo fue destapando mi personalidad, sino que la mezcló en la suya. Hizo que no me apenara por el hecho de estar en cualquier lugar “sola”, ya que sabía que iba acompañada de la mejor pareja, Jesús. Hizo que no me preocupara por mi peinado, vestido, zapatos, ya que al revestirme en su magnífico amor, hacia que esa chispa de Espíritu Santo, flotara en mí y la gente se acercara a preguntarme “mmm Bren, tú como que estas enamorada, ¿o me equivoco?” Y no se equivocan, estoy completamente enamorada de Jesús. Y a veces creo que es Él el que juega a las escondidas, y cuando lo llamo “Jesús, viejo ¿Dónde estás?” lo busco, en todas partes, fuera, rondando por ahí, y cuando me canso de tanto buscar, cierro los ojos y lo encuentro en mí, en mi corazón, allí le grito “¡Pisacolá Jesús!” Él sonríe, tierno, me lanza un beso y entre su carcajada juvenil me dice “Brenda, ¿Por qué tardaste tanto?  Mi lugar favorito de escondite es tu corazón.”

El lugar favorito, único, genuino, y maravilloso que escogió Jesús para jugar a las escondidas es ¡tu corazón!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Brenda, precioso!!!! simplemente precioso!

tu tia liz :)

Yuan dijo...

Me encanta!
El sábado en la noche lo vi escondido en una calle del Bronx.
Abrazos!