No sé ustedes, pero estoy tan feliz, Dios, la primavera, los momentos, la familia, la música, los amigos, me ponen así.
Pero en especial la primavera que se entrelaza a Papá Dios. Antes no me gustaba mucho la primavera, ya que me daba o mucha asma o mucha ¡pituita!, pero ahora me encanta, es tan preciosa y siento que en nuestro país se ha destacado de una manera fabulosa o será cosa mía. No sé si es porque ahora que hablo más con Dios y que la comunicación está siempre en servicio, me siento tan alegre. Cuando abro los ojos por las mañanas, escucho los pajaritos entre el desayuno, y noto más los reflejos de Dios (parece que narro un cuento de hadas). Pero por ejemplo ese árbol chulísimo que ha aparecido de la noche a la mañana en todo Santo Domingo frente a la iglesia, entre el camino a la universidad, a las clases de música, o a cualquier otro sitio, me tiene cada día más enamorada de Dios. Un árbol amarillo, luminoso, frondoso, en el cual pocas hojas verdes se le aprecian. Siento que ese árbol ilumina mi camino y refleja el amor de Dios hacia sus hijos, un amor: espeso, resplandeciente, sencillo, acariciador, que esparce su flor por todo el camino por si acaso se nos ocurre perdernos.
¡Que bonita primavera!
si saben el nombre del árbol me avisan...
2 comentarios:
Qué belleza! Propongo que se haga un "con curso" para nombrar a ese árbol. El nombre que sugiero es: "El Amarillo pega con tó". Lo dice uno que no es negro ni blanco ni mulato ni indio.
Dios también pega con tó.
¿En serio?
sera Dios amarillo?... jaaaaaaaaajajajaja
Publicar un comentario