Hace mucho que no iba a la playa, me encanta la playa, tirarme en la arena, y respirar el aroma del mar. En el fin de semana tuve la oportunidad de tirarme en la arena y darme una lluvia de sol.
Siempre he dicho que la playa guarda un secreto. Sentada en la arena, comencé a preguntarme cuales serían esos secretos de los que tanto habla el mar. Entonces emprendí el camino. Caminaba sin rumbo fijo, pensando en mi vida, mis planes, en Dios, la familia y el noviazgo… (No sé porque razón cuando uno está solo, piensa mucho en estas cosas) de repente, parada en la orilla escuché la voz de Jesús que decía « Ven y sígueme » me sentí como Pedro, en la barca, y decidí salir de allí para seguirlo, miré hacia abajo, y comencé a buscar las huellas de Jesús.
Eran tantas, me encontraba perdida, mientras más avanzaba otra de las pisadas se interponía en mi camino, y no podía encontrar cual de todas era la del Maestro. Incluso, decidí acercarme un poco más a la orilla, y solo obtenía una respuesta de olas espumosas que borraban las pisadas hechas por Jesús o por otros. Estaba bien confundida.
Me senté sin ganas, ya no quería caminar, « Que decepción » pensé, si seguir a Jesús es tan agotador, mejor me quedo aquí, pero volví a escuchar la voz… « Ven y sígueme », « que fácil para ti eh! » me atreví a decirle. Y volví a la carga. Caminar sobre la arena con sandalias es bastante incomodo, se entran granitos de arena a jugar entre los dedos de tus pies, y nos resulta bastante difícil caminar. Por eso decidí quitarme las sandalias, cuando las tomé entre mis manos, sentí como mis pies se sumergían en la arena, y comenzaban a trazar sus propias huellas. Para colmo descubrí cómo la arena te da masajes personales, cuando decides desprenderte poco a poco, de tus pensamientos, de tus planes, de tus ideas, y se lo dejas a ella.
No me importaba que mis trazos los borrara el mar (cuantas veces uno a querido ser reconocido en el camino), tampoco me importaba que mis huellas se entremezclaran con otras huellas, eso no pasaba por mi mente (cuantas veces juzgamos otras huellas, otras pisadas, otras formas de andar) y caminé. Caminé hasta agotarme, y vi todavía al mar como mi fiel compañía.
Entendí lo que es seguirte Jesús. Seguirte es dejarse tocar por ti y limpiar… por eso pienso que has hecho la arena tan cercana al mar, para que limpie, para que borre, sentimientos de rencor, de envidia, de orgullo. Para que incluso borre planes y sean tus planes los que dirijan nuestros pasos.
Nunca encontré tus pisadas, pero, si sentí las mías más firmes, seguras, convincentes, y me di cuenta al fin, de cómo me acompañabas, dentro.
2 comentarios:
Hola soy de mexico y me gustaria adquirir el libro de pin pin a Dios, por favor contacte!!!
monalekas@gmail.com
Superbo! Qué gran enseñanza... el mar es un tremendo escenario para aprender, a menudo me pasan experiencias similares :-)
Creo, sin temor a equivocarme, que este tipo de historias deben formar parte del 2do libro :-)
Un abrazo!
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