I
Me miro en el espejo, y lo primero que veo es una enorme espinilla, mis ojos se enfurecen, y veo alrededor grandes verrugas que han comenzado a salir. De repente bajo aún más y me sorprendo de la enorme masa que me rodea, cada día estoy más y más gordo. Me miro y me siento triste, ¿Quién me va a amar? ¿Quién me hará caso? Miro de reojo la máquina de pesar, me voy en llanto, me imagino que no existe un número de peso para mí, ¿entonces? Para que perder el tiempo. Mi balance es: infinito, tal vez eso es lo único en lo que me parezco a Dios. Una risa sarcástica sale de mi interior, “Si ganara dinero por lo que pesara, sería millonario”
II
Abrir los ojos cada día cuesta más, ¿para qué abrirlos si poco a poco me siento más sucia? Más desagradable, más sola, y aún más triste. Por eso ya no me importa que me toquen, ya no me importa que hagan lo que quieran conmigo. En mi corazón ha desaparecido Jesús, y me aburre la gente que me dice que me ama. ¿Quién puede amar a esta basura? ¿Quién puede ver a esta insignificante mujer? Que ha defraudado a su familia, que ha huido de Dios, que solo sale de noche, porque pocos en penumbra podrán observar mis vacios, una que se deja tocar y usar, ya que no tiene a nadie que la ame verdaderamente.
Y entonces ¿te pareces a mí? O ¿me parezco a ti?
¿Quién eres tú, para amarme tanto?
¿Por qué me amas?
No ves que no te entiendo
No ves que soy un trapo
Que estoy solo
Que estoy destruido
Que soy simple
Que juegan conmigo
¿Qué ves en mí?
No entiendes que no te quiero
¡Aléjate!
Estoy cansado de que me digas que amas
Estoy y quiero estar solo
Ya me acomode a la vida que tengo
Es fácil
Es la misma cada día
Estoy seguro sin ti
Soy un total desastre
Soy una basura.
de repente, uno comienza a darse cuenta,
de que Jesús,
toma su tiempo para amarnos,
buscarnos y moldearnos
De repente uno comienza a darse cuenta,
de que Jesús,
conoce nuestro verdadero peso
y nuestro indiscutible valor
de repente uno comienza a darse cuenta
que Jesús
se mira en el espejo y encuentra,
lo que realmente somos.
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