Gracias
¿Por qué?
¿Por qué?
No sé, por cuidarme
¿De qué?
No sé, talvez de mi misma
¿Mejor?
Sí, estoy contigo
¿Confías en mí?
Sí, confío en ti
Pues sujétate bien
¿Qué harás?
Amarte
Papá Dios, eres (sin palabras)
Después de varios días en agonía, despegó mi primer vuelo de la tarde, me sentía asustada, confusa, todo había sido tan rápido, mi cabeza solo gritaba, Rossel, Rossel, Rossel y repetía sus palabras una y otra vez en mi corazón “Mami te necesito”
Salí con temor de mi casa. Observé a mis otras hijas, les di un beso y supe que Dios ha sido bueno conmigo.
Había estado esperando dos largos días, sentía esos días como largas décadas en mi interior. Horas despierta, sin dormir un solo segundo, oraba hasta más no poder y no dejaba de pensar en mi niñita. Sola, en una habitación de hospital. Hasta que por fin salió, mi vuelo. Nunca había volado sin compañia, mi corazón acelerado se abrazo a la virgen y comencé a tranquilizarme un poco más. Tenía escalas en los Estados Unidos pero no sabía hablar ingles, solo me había aprendido algunas palabras, saludos y despedidas. Pensaba en mi hogar, mi Rossel.
Me imagino a mi niñito Jesús como mi mamá, confuso, en su nuevo vuelo, abrazándose a Maria, loco por llegar. Había esperando tanto tiempo, que los 9 meses le resultaban días. Sin dejar de pensar en sus niñitos. Tendría que hablar un idioma que conocía muy bien, el idioma del Amor, pero el cual pocos entendían. Y solo le quedaba, pensar en su nuevo hogar, nuestro corazón.
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