viernes, 11 de abril de 2008

DoLOREs con buenos OLoRes


Finalicé un curso donde el salón entero podría conformar la historia mundial, con todas las edades que se obtenían en cada uno, pero aprendí tanto. La Biblia se debe parecer mucho a esos abuelitos que integraban el curso, yo y mi hermana éramos las menores del grupo. Pienso que se le parecen a la Biblia por su sabiduría, su creatividad, la vida que transmiten, su mensaje, su mirada de “Pórtate bien”, su preocupación de “Pero no se vayan sin la bendición”, “No se vayan sin comer (el pan de vida)”, Su contacto con el otro, su búsqueda, su sinceridad.
Recordando todo lo que pasó en esta cercanía a la Palabra de Dios en toda la semana, visualizo a todos los viejos, con miradas jocosas, dispersas, agradables, tiernas, comprensivas, una mirada a un Dios diferente.
A Doña Dolores fue una de las personas que me agradó conocer, cuando la vi por primera vez, fue bastante divertido, es de esas personas que siempre tienen algo que decir. Nos tomó como nietas, y no fue capaz de soltarnos, nosotras tampoco a ella. Estaba recién operada de la vista, y decía que había tomado el curso dos veces, a pesar de que no tenía facilidad para tomar notas, yo pienso que hablaba más de lo que podría llegar a anotar. Una mujer simpática, de sonrisa ligera y picarona, que nos mandaba a tomar los dulces de la acogida para llevárselos a sus nietos, vivía alabando a Dios, y tenía una facilidad de tomarte de las manos y no soltarte. Nos decía “Inviten a mis nietas que ustedes las conocen” Ros y yo nos mirábamos y le explicábamos que no las conocíamos, ella sencilla nos decía “Ah, no hay problema, ahora mismo se las presento”, era una mujer graciosa, me imagino a Dios riéndose con ella, “aficiao”, tanto de la risa como de amor.

Al final nos invitaban a comprometernos para llevar la palabra de Dios por el mundo. Ella me miró, se acercó y me dijo, “Yo no me voy a comprometer no, ya yo no tengo ojos para eso”, y yo pensé, talvez doña Dolores no se comprometa, pero allí estaba, alabando al Señor, llevándose los dulces de acogida para acoger a otros, y encantando a los demás del amor sincero y ligero, que solo da Cristo.

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